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Opinión

CETIS 78 y la falta de mano dura 

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Por Autor Conocido

La Dirección General de Educación Técnica Industrial se encuentra socialmente en el ojo del huracán del pueblo tamaulipeco. El escándalo surgido la semana pasada en el plantel del CETIS 78, en la colonia Tampico-Altamira (localizado en el segundo municipio antes mencionado), crea muchas sospechas en cuanto al manejo interno y mediático. 

Del conocimiento público, hasta a nivel nacional al llegar los videos y testimonios a los medios de comunicación de mayor cobertura en el país, este lunes las clases presenciales regresaron, pero con más dudas que certezas, con temor en lugar de tranquilidad, predominando la carencia de acuerdos, pero, en un asunto de percepción, sin bajar el tenso ambiente. 

Poco sirvieron las reuniones de los padres de familia con el comisionado Olegario Muñiz Cano durante el sábado y domingo, a excepción de abrir las instalaciones y continuar con el curso correspondiente cuando ni siquiera se ha cumplido el primer mes del ciclo escolar. Este bachillerato empezó el año el pasado 1 de septiembre.  

Mientras la Fiscalía General de Justicia en el Estado ha garantizado la apertura en una carpeta de investigación, al menos así lo han dejado entrever algunos agentes del Ministerio Público, existen demasiadas preguntas sin resolver. Por ello, en este vacío de pruebas y, por consiguiente, de información, muchas hipótesis se generaron a su alrededor aún y cuando el asunto viralizado está relativamente tranquilo. 

Muchos rumores, nula resolución  

Se habla de manos externas quienes impulsaron la violencia de los jóvenes, radicalizándose contra el todavía director Julio César Barrón, hombre que en las dos últimas décadas (confirman fuentes dentro del Sistema DGETI) fue escalando posiciones desde otros centros de estudios, siendo maestro, después se incorporó a áreas administrativas y hasta una Subdirección, aunque también acarreando varios señalamientos negativos. 

Lo otro, tampoco fuera de la realidad, es el hartazgo de un grupo de alumnos pertenecientes a una “generación de cristal”, la cual hoy en día un chiste racial, religioso, de género y hasta ideólogo es motivo de crear toda una revuelta. La diferencia, en este caso, fue haber pasado del descontento en el WhatsApp al linchamiento, una escena comúnmente vista en Estado de México, Hidalgo, Chiapas o Oaxaca.  

La preocupación al alargar una decisión ya sea la destitución del propio director acusado de acoso, el castigo para los “vándalos” al dañar las instalaciones, mínimo querer limpiar un poco la imagen manchada a la sede educativa, deja como actual veredicto la incapacidad de Muñiz Cano. ¿Quiere quedar bien con todos? 

El país, con sus variados problemas, ya no está para tener una mano blandita. Aquí, parece que al DGETI Tamaulipas le tiembla. 

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