Ruleta Politika
Por.- Alberto Dávila
“Trabajo mata grilla”, repite una y otra vez el alcalde Armando Martínez Manríquez, como si la frase por sí sola fuera prueba de resultados. Pero Altamira no se gobierna con eslóganes, se gobierna con hechos; y la realidad en las calles dice algo completamente distinto a su discurso triunfalista.
Basta recorrer la ciudad para evidenciarlo: luminarias que no funcionan, calles sucias, montones de basura y falta de mantenimiento urbano desde el corazón del centro hasta el sector Miramar. No es percepción, es abandono visible. Mientras el alcalde presume actividad, el municipio muestra desgaste, rezago y omisiones.
Martínez Manríquez asegura que donde él va, los beneficios llegan. Entonces, ¿qué pasa con la zona sur de Altamira? Porque ahí, donde viven miles de familias, la presencia del alcalde ha sido mínima y las carencias máximas. Alumbrado deficiente, calles deterioradas, servicios irregulares… ahí el “trabajo” del que presume simplemente no se ve.
Si su estrategia es ignorar los sectores más necesitados para enfocarse en agendas de lucimiento personal, entonces el lema pierde sentido. Y si realmente cree que el trabajo calla críticas, primero tendría que trabajar donde más lo requieren, no solo donde la cámara lo sigue o donde el aplauso es seguro.
Los altamirenses no necesitan frases hechas, necesitan luminarias encendidas, calles limpias y un alcalde que camine las colonias sin previo aviso ni filtros. Porque mientras Armando Martínez juega a la política con discurso de esfuerzo, Altamira sigue exigiendo acciones, no palabras.
La grilla no mata al trabajo.
Pero la realidad, esa sí, mata cualquier discurso vacío.